Y
un día más prosigo con la ardua tarea de completar las veinte entradas del
dichoso blog que me lleva de cabeza…pero bueno acabo de asomarme al balcón y
ver como la gente se derrite bajo este poniente pegajoso y el estar aquí deja
de parecerme tan terrible.
Un
tema que no había tratado hasta ahora es el del patrimonio cultural, generalmente
cuando pensamos en patrimonio cultural se nos vienen a la cabeza iglesias,
catedrales, momias y brazos de santo putrefactos, pero existe también otro tipo de patrimonio
cultural, el patrimonio cultural inmaterial, como por ejemplo tradiciones,
costumbres o celebraciones de distintas culturas. Para explicarlo más
técnicamente podríamos decir que:
El patrimonio cultural es la herencia cultural propia del pasado de una comunidad, con la que ésta
vive en la actualidad y que transmite a las generaciones presentes y futuras.
Es decir, todos los bienes y valores
culturales que son expresión de la nacionalidad" o identidad de un pueblo,
"tales como la tradición, las costumbres y los hábitos, así como el conjunto
de bienes inmateriales y materiales, muebles e inmuebles, que poseen un
especial interés histórico, artístico, estético, plástico, arquitectónico,
urbano, arqueológico, ambiental, ecológico, lingüístico, sonoro, musical,
audiovisual, fílmico, científico, testimonial, documental, literario, bibliográfico,
museológico, antropológico y las manifestaciones, los productos y las
representaciones de la cultura popular"
Por patrimonio arquitectónico
se puede entender un edificio, un conjunto de edificios o las ruinas de un
edificio o de un conjunto de edificios que, con el paso del tiempo, han
adquirido un valor mayor al originalmente asignado y que va mucho más allá del
encargo original. Este valor, puede ser cultural o emocional, físico o
intangible, histórico o técnico.
Y bien, después de esta breve aclaración de conceptos hablaremos un poco
sobre la protección del patrimonio cultural,
para ello está la UNESCO que se encarga de promover la identificación,
protección y preservación del patrimonio cultural y natural de todo el mundo,
el cual es considerado especialmente valioso para la humanidad.
Y volviendo al patrimonio cultural inmaterial cabe resaltar que la Unesco
aprobó, el 17 de octubre del 2003, la Convención para la Salvaguarda del
Patrimonio Cultural Inmaterial", 7 que
definió que:
Se entiende por patrimonio cultural inmaterial los usos, representaciones, expresiones, conocimientos
y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios
culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y, en
algunos casos, los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio
cultural.
Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite
de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y
grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su
historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y
contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad
humana.
Y por ultimo
añadir que también cabe tener en cuenta
como todos estos conocimientos, costumbres representaciones… se van
actualizando y las transformaciones que van sufriendo con el paso del tiempo
como también los nuevos que puedan ir apareciendo.
Y ahora sí, vamos a pasar a hablar concretamente de
lo que promete el titulo, que ya hora.
La Comisión de Cultura de
la Asamblea Legislativa capitalina aprobó la propuesta de declarar a la
celebración del Día de Muertos en el pueblo de San Andrés Mixquic, como
patrimonio cultural intangible del Distrito Federal.
En una reunión, los integrantes de dicha
comisión aprobaron exhortar al Consejo de Fomento y Desarrollo Cultural de la
ciudad para incluir esta celebración en la lista del patrimonio cultural,
debido a que es una de las tradiciones populares que caracterizan a la sociedad
mexicana.
El diputado Leonel Luna, integrante de esa
Comisión legislativa, subrayó que dentro de las festividades que se celebran en
la capital, es relevante la que comienza el 30 de octubre y finaliza el 2 de
noviembre, con la “alumbrada” en el panteón de este pueblo de la delegación
Tláhuac.
Ciertamente
esta festividad me resulta bastante interesante y he encontrado algo de
información sobre ella:
El Día de
Muertos en Mixquic, es una de las celebraciones más arraigadas en este poblado
al sur de la Ciudad de México. Durante cuatro días, las calles y las casas de
Mixquic se transforman en un espacio mágico, en donde conviven los vivos de
este mundo con las almas de sus familiares muertos, para crear una fiesta única
e inigualable.
El rito antiguo a Mixquixtli, la
diosa de la muerte
En los
pueblos del México antiguo, Mixquixtli o Miquiztli reinó en el mundo de los
vivos y de los muertos. Fue la diosa que representaba la dualidad de la vida y
la muerte, porque para que el mundo pudiera existir, debían rendirle tributo en
su honor y la mejor manera de hacerlo era con sacrificios humanos.

Mixquic, lugar sagrado dedicado a
la muerte
Mixquic es
un lugar lleno de historia, tradiciones y leyendas. Su nombre significa “lugar en donde hay mezquites” y
su fundación está documentada entre 1160 a 1168 d. C. Perteneció a la zona
lacustre conocida como chinampera,
en las inmediaciones de Xochimilco, en donde los pueblos prehispánicos tuvieron
la habilidad de desarrollar la técnica de crear porciones de tierra firme para
cultivo en medio de los lagos; a estos islotes artificiales de les denominaba
chinampas.

Después de
la conquista de los españoles, este rito hacia la muerte se transformó en la
veneración católica a las almas de los fieles difuntos y, de esta manera, se
creó un sincretismo religioso y cultural que ha sobrevivido hasta nuestros
días, marcando así a Mixquic como uno de los pueblos más sorprendentes en el
festejo del Día de Muertos en México.
El
Día de Muertos y la llegada de las almas pequeñas
Los primeros
en llegar a la fiesta son los niños. Para asegurar su llegada, los habitantes
de Mixquic colocan en las fachadas de las viviendas o en la puerta de entrada
un farol conocido como “estrella
de las ánimas”, que sirve para
alumbrar el largo camino de los muertos; además, los candelabros o velas
blancas en las ofrendas también guiarán el arribo de los pequeños.
Los
preparativos empiezan desde el 30 de octubre, cuando se levanta el altar en
donde se colocan las ofrendas para los visitantes. Para el día 31 a las doce
del día, justo cuando el sol alcanza el cenit, los repiques de las campanas de
la iglesia anuncian el arribo de los pequeños visitantes y los familiares
reciben a las almas de los niños que durante ese día convivirán con sus seres
queridos, disfrutarán de los manjares preparados y jugarán con los juguetes que
les han colocado en su honor.
El
viaje de las almas adultas
Para el 1 de
noviembre, a las doce del día, los niños dejan a sus familiares y se les
despide con el repique lento y cadencioso de las campanas de la iglesia, que,
de esta forma, anuncian la retirada y les desean feliz viaje en el camino de
regreso. Una vez que los niños se han retirado, las campanas anuncian alegres
la llegada de los adultos, que regresan a casa luego de un largo viaje.
Los
familiares ya les tienen preparada su ofrenda con sal, agua y pan; además de
los platillos que fueron los favoritos del visitante y también le agregan
algunos tragos de pulque u otra bebida alcohólica, cigarros y flores de alhelí
y cempasúchitl; además de sus herramientas de trabajo y un petate en el piso
para que descansen y se repongan de las dificultades del camino. Así como de
candelabros o veladoras negras y un sahumerio con incienso para relajar el
espíritu del visitante.
Después de
disfrutar los aromas y la esencia de la vida terrenal con su familia, las almas
de los adultos dejan nuevamente este mundo. El 2 de noviembre se les despide
con doce repiques de las campanas de la iglesia de San Andrés, recordándoles
que esta es su casa para que vuelvan nuevamente el próximo año.
La
alumbrada en el panteón
El ritual
del Día de Muertos en Mixquic, continúa en el panteón con la alumbrada de las
tumbas de los seres queridos. Una vez que las almas de los muertos se han ido,
los familiares se reúnen en el campo santo para adornar con flores y colocar
cirios en el lugar de reposo de las personas muertas.
Durante la
noche del día 2 de noviembre, el cementerio pierde su aspecto lúgubre y se
ilumina con la luz de las velas y la alegría de las personas que acompañan a
sus muertos con rezos y plegarias, motivados por la satisfacción de haberlos
recibido como se merecen y recordándoles que siempre serán bienvenidos en este mundo,
ya que es su casa.
Todo termina
el día 3 de noviembre, cuando los vivos empiezan a extrañar nuevamente a los
muertos luego de la reunión espiritual. Así, las almas de los difuntos
disfrutan, año tras año, de su regreso a lo que, en vida, fue su casa y su
origen.
Y la luz de
las velas y el resplandor del color amarillo de los pétalos de la flor de
cempasúchil siempre estarán listos para señalarles el camino de llegada, para
que durante su estancia en este mundo, llenen de amor y de recuerdos los
corazones de sus familiares y amigos, eliminando –aunque solo sea por una
horas-, la distancia interminable que existe entre la vida y la muerte.
En definitiva, nada que ver con nuestro “ Día de todos
los Santos” que ahora se ha convertido en una especie de versión cutre de
Halloween. Pero de todos modos me alegro de que lo hayan declarado patrimonio
cultural, celebraciones como está no deberían perderse nunca, espero poder
verla algún día.
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